
Esperanza para todos...
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"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" Filipenses 4:13
Depresión
Depresión

Existe una crisis a nivel mundial que según los expertos será en el año 2020 la segunda enfermedad más común en el mundo. Actualmente las cifras son impresionantes, alrededor de más de 350 millones de personas la padecen.
Tal vez usted sea una de ellas, conozco mujeres de distintos estratos sociales, de diferentes países, con muy variadas ocupaciones y con diferentes edades que al menos una vez en su vida han experimentado la depresión.
Ninguno de nosotros somos inmunes a la depresión, que se caracteriza por un desorden mental que afecta sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas.
La depresión te transforma, te hace frágil, te descontrola y te hace ver la vida de color gris.
En Psicología la tenemos clasificada como una enfermedad médica seria que consiste en la pérdida de interés o la pérdida del placer en casi todas las actividades, al menos por un periodo mayor de dos semanas.
Cuando alguien se encuentra en este estado mental, es difícil concentrarse en las actividades normales, se llena de pensamientos negativos, y es altamente peligroso seguir así ya que puede haber consecuencias terribles como la auto-destrucción y llegar a extremos como el suicidio.
Los adolescentes son candidatos a deprimirse con facilidad dados los cambios hormonales por los que pasan, y si a eso agregamos un hogar que no está fortalecido con la presencia de los padres, esto incrementa el riesgo de llegar a un final trágico.
Causas más comunes:
Predisposición genética, perdida de un ser querido, estrés, problemas financieros, falta de empleo, ambiente laboral nocivo, monotonía, falta de momentos de esparcimiento, enfermedades, conflictos sentimentales y la más común en las épocas invernales la conocemos como depresión estacional.
Síntomas: Pesimistas, sin esperanza, cansados, insomnio, falta de apetito, llanto, baja auto-estima, sentimientos de culpa, falta de interés en la vida diaria en familia o en el trabajo, querer dormir más de lo habitual, desarreglo personal, disminución de energía, melancólicos, nostálgicos, no encuentran un motivo para vivir, dificultad para concentrarse o para tomar decisiones, falta de apetito, migrañas, ansiedad, y pensamientos de muerte, o suicidio.

Recomendaciones:
Buscar ayuda profesional: El decirle “no te preocupes”, “todo está bien” “tu puedes salir sola de este problema”, no es suficiente. Esto es muy delicado y requiere una oportuna orientación personal.
Apoyo Familiar: Una persona con este padecimiento requiere de la comprensión y soporte del resto de su familia y de las personas más cercanas al paciente. Es un proceso largo que requiere de toda la paciencia del mundo para salir adelante. Escucharlo, animarlo, estar con el deprimido, demostrarle afecto, paciencia y compartir la guía de recomendaciones que el terapeuta indique.
Trabajo en equipo: La unidad hace la fuerza, entonces se requiere un trabajo en equipo de cada uno de los miembros de la familia, juntos lo hacemos mejor. El ser humano necesita 'motivos' para luchar, hacer; necesita deseos, ilusiones, objetivos, proyectos que den sentido a su vida.
Terapia Ocupacional: Necesitamos una mente activa, ocupada, trabajando, creando y de esa manera eliminamos los pensamientos negativos. Son buenas opciones la lectura, el ejercicio, hacerse voluntario en algún sitio comunitario, escuchar música que ayude a relajar, aromaterapia, asistir a un grupo de apoyo, ya que todo esto beneficia y ayuda a recuperarse más rápidamente.
Todos los seres humanos tenemos cuerpo, mente y espíritu y es justamente ahí donde se encuentran las emociones que producen bienestar o conflictos. La depresión representa un vacio, y este solamente puede ser llenado con la presencia de Dios en nuestras vidas. Porque solo en El hay esperanza para la depresión.
Siempre que lleguen los días nublados y grises recuerden este pasaje:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”Mateo 11:28